19 abr 2011

NACHO VEGAS: EL TIEMPO Sí SE PUEDE DETENER




La música de Nacho Vegas es capaz de elevar los sentidos por encima de cualquier frontera y nos ha demostrado en infinitas ocasiones que alimenta no sólo nuestra alma, si no también nuestro espíritu. Con apenas 18 años, Ignacio González Vegas (09/12/74) ya formaba parte del panorama musical con el grupo Eliminator Jr. como guitarrista. Etiquetados dentro del “Xixón sound”, versionaban temas de los Ramones y Sonic Youth con un peculiar estilo noise-pop y letras en inglés. Nacho también perteneció al célebre grupo Manta Ray entre 1994 y 1999, con quien realizó trabajos como Escuezme!, Manta Ray, Diminuto cielo, La última seducción, Pequeñas puertas que se abren y pequeñas puertas que se cierran y Score, directo grabado en el Teatro Jovellanos de Gijón.

De manera simultánea, Nacho colaboró con el escritor y realizador Ramón Lluís Bande en varias rarezas ya descatalogadas: Diariu y Diariu dos, (ambos proyectos subvencionados por la Consejería de Cultura del Principado de Astúrias), en los que ponía voz y música a unos textos en lengua asturiana y Verdá o Consecuencia, la banda sonora de un capítulo de una serie para la televisión asturiana.



Nacho abandonó Manta Ray porque tenía demasiadas cosas que transmitir y pocos recursos para hacerlo, si continuaba en la ya desaparecida formación. Comenzó así su vertiginosa carrera en solitario, siendo reconocido como una de las voces más valiosas y controvertidas de la escena. Tachado por algunos de artista maldito, este cantautor gijonés, de aspecto mesiánico, ha despertado entre el público tantas pasiones como odios. Influido musicalmente por grandes solistas norteamericanos como Gram Parsons, Townes Van Zandt, Nike Drake, Will Oldham y el gran Bob Dylan, o bandas de indie rock como The Smiths (del que asegura saber todas las letras), ha creado una imagen de sí mismo muy definida y precisa. Un Nacho solitario y gris, atormentado por sus demonios internos, abocado a un destino fatal, contra el que no puede luchar. Un Nacho introspectivo, que leía sus propios poemas en la universidad, entre clase y clase, ante la mirada expectante de sus compañeros y compañeras.



Nacho Vegas cuenta que su primer recuerdo musical es de cuando era pequeño y por aquella época se editaban una serie de cassettes en fascículos llamados “Horacio Pinchadiscos”, que contenían versiones de canciones de Jazz Big Band, como Benny Goodman, pero con voces de Los Pitufos.

Cantante intimista donde los haya, su primer álbum Actos inexplicables vio la luz en 2001. Un disco sincero en el que el artista se desnudaba al completo para hablarnos de sus sentimientos más profundos. Un trabajo repleto de temores, decepciones y frustraciones. De esperanzas anheladas y tristezas susurradas al oído por un Nacho que se nos muestra sensible, dramático y sobre todas las cosas, un ser íntegro y con mucha vida interior. En Actos inexplicables encontramos una de sus canciones más impactantes, “El ángel Simón”, que recrea la muerte de su padre (acontecimiento desafortunado ocurrido cuando Nacho tenía 19 años). En este primer álbum, nos deja claro que la música está por encima del pensamiento y que el arte es un estado del alma.

El EP compartido con la madrileña Aroah Seis canciones desde el norte (2001), en el que cada uno aporta tres composiciones propias, es la continuación de un éxito imparable. A pesar de que cada uno firma las canciones por separado, este proyecto les llevó de gira conjunta por treinta ciudades entre España y Francia. Los temas de Nacho son: “Las manos dentro del agua”, “Noches de verano en la casa gris” y “Baby cat face”.
Después llegó el ep Miedo al zumbido de los mosquitos (2002) con temas como “En la sed mortal”, “Hay hombres algunos años más tristes que yo”, “Brujita” y “Añada de Ana la friolera”, inspirada en una melodía tradicional asturiana. Este juglar de nuestro siglo ha sabido conjugar mejor que nadie canciones dolorosas, lírica exquisita y una mirada hacia el folklore de su tierra, de alguna manera siempre presente en sus letras. Como el mismo dice “un cantautor es aquel que quiere interpretar sus propias canciones”. Y es de esta manera como nos muestra las miserias de la condición humana.



Cajas de música difíciles de parar (doble CD) fue elegido mejor álbum nacional 2003 por La Luna (El Mundo), Muzikalia, Moonpalace y por los lectores de la revista Rockdeluxe. Un disco increíble y sobrecogedor con canciones que exponen todo tipo de conflictos como “N.V. por la paz mundial”, “Historia de un perdedor” o “Mark Spitz”.


Las influencias literarias de Nacho se hacen visibles en sus escritos. No sólo nos deleita con su música sino también con palabras anexas a la poesía en otros formatos. “Política de hechos consumados” es su primer libro de monólogos, relatos y poemas (Palmart, 2004) reeditado y ampliado por Limbo Starr en 2006. Antes ya había colaborado con el relato “El abrigo de Isabel” en “Canciones contadas” (Km1, 2001), un libro de relatos musicales escrito por diez autores ligados a la música independiente. Raymond Carver, Leonard Cohen y Dennis Cooper son algunos de sus escritores favoritos (de este último ha escrito el prólogo de su novela “Guía”, Acuarela 2006).

Canciones desde palacio (EP, 2003) contiene cinco temas entre los que destacan la famosa “Canción de Isabel”, escrita a raíz del relato editado en el libro “Canciones contadas” y “En la ardiente oscuridad”, acompañada por una melodía bailable y pegadiza.

Fue Michi Panero quien dijo aquello de “En esta vida se puede ser de todo, menos un coñazo”. Nacho pasaba un fin de semana en Astorga cuando conoció a un amigo íntimo del artista, que le confesó entre copas que Michi solía tratar muy mal a la gente. Estas palabras hicieron que Nacho se mostrara reacio a conocerlo, pese a desearlo enormemente, y meses después José Moisés Santiago Panero moría de un cáncer. Nacho compuso en su honor la canción “El hombre que casi conoció a Michi Panero”.

Ese mismo año sale a la venta su tercer álbum, Desaparezca aquí (2005), en un tono mas rockero pero igualmente oscuro, que afianza aun más la carrera de este artífice de las palabras.

El hecho de estudiar filología española ha supuesto que Nacho juegue con la belleza de las palabras mejor que nadie. El mismo año que salía su tercer disco podíamos disfrutar de una de esas rarezas que quedan para siempre en la memoria. Esto no es una salida se editaba en vinilo de 12” que incluía un relato inédito del artista e iba acompañado de su correspondiente edición digital. Seis canciones y 40 minutos con el potente sonido de su grupo Las Esferas Invisibles y producidos, como siempre, por el increíble Paco Loco.
Admirador del escritor y cineasta Ray Loriga y de escritores tan destacados como Bret Easton Ellis (los títulos de Desaparezca aquí y Esto no es una salida están sacados de sus libros), Nacho Vegas no ha dejado de colaborar con distintos artistas como Corcobado, Mus, Migala, Nosoträsh… Sin duda las colaboraciones que más han marcado la carrera de nuestro querido Nacho han sido las realizadas junto a Enrique Bunbury en El tiempo de las cerezas (2006) y Verano Fatal con Christina Rosenvinge (2007), con quien, dicen, mantiene un romántico idilio.



Hace sólo dos años que Nacho contribuyó de manera importante a que el proyecto Lucas 15, de Xel Pereda se hiciera realidad. La idea era transformar el cancionero tradicional asturiano en un disco de rock. El resultado, doce temas adaptados, que incluyen romances tradicionales, añadas, cantares de ciego y villancicos. Todo ello ejecutado por una banda de músicos asturianos de categoría y por las voces de Nacho y Xel.

Y llegamos a su último trabajo, El manifiesto desastre. Desde su discográfica, Limbo Starr, avisan a todos los que quieran escucharlo: “No es posible escucharlo mientras se hace cualquier otra cosa (ya sea completar sudokus, planchar los calcetines o escribir e-mails). Sólo por esto ya es distinto del 95% de los álbumes que se editaron en 2008”.


Sólo os diré que con Nacho Vegas detener el tiempo sí es posible y que ha convertido su música en un lenguaje universal para dar alas a nuestra mente, alma al universo, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas. Yo, desde este rinconcito del mundo, quiero agradecerle su enorme aportación al rock y a la poesía.

AINTZANE CASTILLO


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