29 abr 2011

IVÁN FERREIRO



Picnic Extraterrestre
Warner

Picnic extraterrestre” es el cuarto trabajo en solitario de Iván Ferreiro, ex líder de los añorados Los Piratas. Realizado por el artista vigués con la colaboración de sus inseparables Amaro Ferreiro –su hermano- y Pablo Novoa, los doce temas que lo componen se mueven en la ambivalencia de los sentimientos, en un choque de extremos que resulta excesivo incluso para él. Un disco poco accesible que se queda lejos de superar lo ofrecido en sus dos primeros trabajos.

Quiera o no quiera, el nombre de Iván Ferreiro siempre estará irremisiblemente ligado a la banda viguesa Los Piratas. El característico pop rock con aires experimentales con el que el grupo triunfó entre los 90 y los primeros años del siglo XXI constituyen una sombra demasiado alargada para que su ex
frontman pueda escapar de ella. Por desgracia ya hace seis años de su separación y las inquietudes de Iván en el mundo de la música le llevaron a iniciar su carrera en solitario. Desde entonces sus dos primeros discos “Canciones para el tiempo y la distancia” y “Las siete y media” se constituyeron en dos productos prometedores que demostraban que su carrera como solista podía resultar fructífera. Sin embargo, su último disco, “Mentiroso, mentiroso”, bajó considerablemente el nivel al resultar excesivo e irregular. Y en esas llega este año su cuarto trabajo de estudio, este “Picnic extraterreste” que debía confirmar si la anterior producción era sólo un borrón en su carrera o Ferreiro estaba empezando a perder su toque. La realidad es que se acerca más a esta segunda opción. Lo primero que me viene a la cabeza sobre este álbum es la palabra paciencia, que es la aptitud que se necesitará tener para encararlo. Y es que es un disco poco accesible al que hay que hacer frente con cierta distancia para poder hincarle el diente sin aborrecerlo en el intento. Y es que a veces da la sensación de que Iván Ferreiro tiene una necesidad de complicarse la vida, de querer reinventarse con cada cosa que hace. Y en ocasiones, esa visión inconformista, lejos de ser una virtud, puede hacer caer al artista en un halo de irreverencia narcisista perjudicial. 
 
La principal novedad del álbum radica en el protagonismo específico que adquiere la voz de Ferreiro. En un trabajo sin un especial interés por la composición sonora, el cantante se la juega al tener que transmitir todas las sensaciones buscadas a través de los diversos registros que su voz adquiera. En un trabajo marcado por la ambivalencia entre el amor y el dolor, entre la intensidad y la dulzura, el producto que ofrezca su voz es la clave. Y el resultado desgraciadamente deja un cierto poso cansino y monótono, como si hubiera faltado algún apoyo sonoro a lo largo del trabajo. Para comprender esa disyuntiva sentimental que Ferreiro nos ofrece, bastan las dos primeras canciones como ejemplo. El comienzo suave que ofrece la semi-acústica Canción de amor, nos brinda un espacio de quietud y paz que contrasta con Cabaret, una canción que resultará apetitosa para sus fans por la intensidad por la que podrán cantarla en el directo. Del aire melancólico gira hacia una explosión de cálida felicidad. Contraste. Esa es la búsqueda en la conexión de las piezas. De la frustración de Paraísos perdidos (probablemente la mejor canción del disco) al romanticismo de La Jetee. De la sensibilidad de Perdidos a la conmovedora despedida de Luna de miel. De lo dulce a lo agresivo, del desasosiego a la esperanza. Un paseo por el contraste de las sensaciones a través de la voz del cantante que, aunque como premisa podría resultar acertada, acaba cargando. Mención aparte merece Fahrenheit 451, el escogido erróneamente como primer single. Una pieza con un estrambótico estribillo y un tufo hipócrita en su letra que no convence para nada. 
 
Aunque sus composiciones siempre resultan curiosas y puede que hasta sorprendentes, Ferreiro no tiene medida. Este último disco nos ofrece a un artista imbuido en su propio caos sin la capacidad necesaria para dar la pincelada justa en cada momento y con ello, el resultado final acaba emborronándose. Exceso. De contrastes, de intensidad emocional, de sensaciones que sin dosificarlas acaba resultando cargante e incómodo en su escucha y aunque resulte paradójico, acaba resultando monótono.
Si ya eras fan de Iván Ferreiro disfrutarás de este “Picnic extraterrestre”, si no es así, mejor busca otras alternativas más sugestivas.

Iván Sobrino

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