29 abr 2011

EL SOBRINO DEL DIABLO



La sala Monasterio es uno de estos rincones que late con fuerza debajo del suelo de Barcelona. Con un estilo a lo The Cavern de Liverpool, este sótano sirve música en directo, con sus noches temáticas de jazz, de blues y de rock. Y el pasado sábado, 20 de febrero, tocó el turno a el rock y el humor de El Sobrino del Diablo. Este tipo de lengua mordaz (no en vano ha sido profesor de literatura y lengua) presentaba su sexto disco oficial, Perder la dignidad, y lo hizo en el formato más crudo y rockero, armado con su banda, Nando Caballero al bajo, Juan Zarppa a la guitarra y Javi Rodríguez a la batería.


Pasadas las once empezó el show. Apareció el Sobrino a la tarima y con una sonrisa socarrona (que no se borró en todo el espectáculo) anunció que antes de nada iban a pasar el nuevo vídeo clip del Sobrino, dirigido por Ferran Pujol. El tema de éste era la canción ‘Jo vull ser teloner d’en Quimi Portet’ con Gerard Quintana dirigiendo un casting imposible, y con un Quimi Portet insertado en los morros de un elegante gato. Simple, gracioso y bien construido, el trabajo audiovisual de Ferran Pujol cuadra muy bien con el universo del Sobrino. 
 
Así, con el público expectante, el sobrino empezó a desatarse con sus monólogos donde reparte sarcasmo para todo el mundo, empezando por él mismo y terminando por el hombre del dedo, Jose María Aznar (en ‘El gordo de Seven’, el Sobrino también levantó el dedo cuando lo mencionó). El espectáculo de este músico-actor se basa precisamente en la fusión, anárquicamente perfecta, de sus composiciones musicales con sus discursos de bufón sin corte. Si las letras son su punto fuerte como músico se entrega como el frontman que lleva dentro. Pero con lo que más sorprende agradablemente es con su voz bien modulada, con un timbre que recuerda al Sabrina primerizo, al cual el tabaco aún no le había dado su tono de voz cazallera.



Empezó entonces con el ‘Punto G Políglota’, una aproximación lúdica al tema de los temas: el sexo. El rock sureño y las guitarras bien engrasadas inundaron el sótano. Después introdujo con otra lección de humor cáustico el tema de ‘Nuevo Rico, hombre pobre’, un tema fresco con unos toques funks con el que el Sobrino empezó a interactuar con el público pidiendo los coros. Así, ya calentito, el músico empezó su cruzada contra Charlton Heston introduciendo el tema ‘El Cid Campeador en el Planeta de los Simios’, un tema que analiza la polémica figura del difunto actor mezclando la historia de la película homónima con el Heston líder de la Asociación Nacional del Rifle. En este tema el sobrino se gustó aún más cuando, a mitad de la canción, lanza otro brillante monólogo sobre pajilleros adolescentes que van al zoo para poder volver a la figura del actor enredado en una relación zoofílica. Luego reprende el tema y tal como lo termina lo enlaza con gran fuerza con otro tema del nuevo disco, ‘El buscador’. Es probablemente éste el más enérgico de todos los presentados.





Lógico es una versión acelerada del ‘The Seeker’ de The Who. La voz del sobrino suena fuerte y deja ir algún que otro chillido a lo Roger Daltrey. La potencia de este tema provoca una catarsis en el público que se traduce en varios vítores y aplausos. El sobrino mantuvo el feeling con el tema ‘Por la pasta’, donde el rockero hizo participar otra vez a la gente en el estribillo. Después fue la hora de una segunda ronda de botellines mientras tocaban las más calmadas ‘La Canción del Invierno y ‘Romina pobre y Albano Kosovar’, con la dulce presencia de la flauta travesera de Guida Maymó (prima de Martí Maymó, de los Manel. Una familia con un mapa genético musical?). Una vez pasado este momento de sonido relajado, entre el folk y la música celta, Juan Gómez, el Sobrino, se enfrenta otra vez, en su faceta de monologuista, al público acusando a la sociedad de no saber bailar y, aún menos, cantar. Así empezó ‘Cantar no es bailar’, un buen tema pop-rock de tradición ochentera. Sin parar continuó con ‘El gordo de Seven’, una canción donde el músico siguió desquitándose de ciertos villanos mediáticos (sea Berlusconi, sea Aznar) mezclándolos con algunos de los particulares héroes del Sobrino (sea Fred Astaire, sea Waylon Smithers). Una muy buena canción, aderezada con la flauta de Guida, pero que cabe decir que suena mejor en el disco que en aquella sala. Después, otra vez, el Sobrino mandó instrucciones a los oyentes para formar unos coros de hombres y mujeres para acompañar a la primera canción fuera del repertorio del disco nuevo, ‘Eres un hippie fumador’. 



Y finalmente, y como no, mediante monólogo, presentó a sus músicos para atacar el último tema de la noche una versión en inglés del ‘Gloria’ de Van Morrisson. Luego aplausos y risas. Y para cerrar la fiesta, se volvió a visionar el video clip. El Sobrino, que aún no lo había podido ver concluido del todo, descansaba sentado en la tarima. Sus ojos chispeaban y su sonrisa socarrona se mantenía allí. Es la marca de estilo del híbrido perfecto entre humorista y músico ecléctico.

MARTÍ FIGUERAS



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