23 abr 2011

PONGAMOS QUE HABLO DE JOAQUIN SABINA



 A punto de cumplir los sesenta, este andaluz compositor de letras, este poeta, se presenta nuevamente ante el gran público con su último trabajo Vinagre y rosas (2009) del que ya se han vendido más de 200.000 copias, tras un exilio de cuatro años sin dar señales de vida. Una vida marcada por la música, las noches sin lujuria y una libreta a rayas.
Ha publicado catorce discos de estudio, cuatro directos y tres recopilatorios, además de colaborar con otros artistas (el último el grupo madrileño Pereza). En su aspecto literario, Joaquín Sabina ha publicado nueve libros, donde ha recopilado las letras de sus canciones y sus poemas publicados semanalmente en la revista Interviú.
Todo ello se pudo ver truncado cuando en 2001 sufrió un leve infarto cerebral que, aunque no dejó secuelas físicas, sumergió al artista en una profunda crisis emocional que lo mantuvo alejado de la escena pública y musical. Tras su recuperación, volvió con Alivio de luto (2005).




Esta no es la biografía póstuma de Joaquín Sabina
El día de su graduación ocurrió un hecho que él mismo ha recordado en infinidad de ocasiones, y no fue otro que ese día, por tradición familiar, el padre (de oficial policía) le regaló a Joaquín un reloj de pulsera. Éste lo rechazó y pidió a cambio una guitarra.
Joaquín Ramón Martínez Sabina nació en Úbeda (Jaén) el 12 de febrero de 1949 en el seno de una familia acomodada donde las notas del colegio eran más importantes (recuerden el contexto) que un trozo de pan. A los catorce años de edad formó su primera banda con compañeros del colegio, llamada The Merry Young, donde adaptaban al castellano canciones de Chuck Berry o Elvis Presley, además de versionar al Dúo Dinámico, del que Sabina era gran fan. Pero sus inquietudes poéticas llegaron de la mano de su padre, quien leía a Jorge Manrique o Fray Luís de León, además de intentar el difícil propósito de escribir sonetos.
Con 17 años marcha a Granada a estudiar Filología Románica (carrera que nunca terminó), donde persigue la poesía brutal y arrebatadora de César Vallejo y el lirismo de Neruda. Pero allí, no todo es vanidad, e inmerso en la España de la época, decide con unos colegas urdir una acción en protesta por el Proceso de Burgos. El cóctel molotov en una sede del Banco de Bilbao, le obliga a exiliarse a Londres, donde pasará los próximos siete años de su vida entre mujeres, pasaportes falsos (un conocido de la noche, llamado Mariano Zugasti, le entregó su pasaporte para que se largara) y un billete de cinco libras que el mismísimo George Harrison le regaló cuando Sabina cantaba por los bares del mítico barrio londinense de Portobello Road.
En 1976 publica, de su propio bolsillo, el poemario Memoria del exilio, y un año más tarde regresa a España. Franco ha muerto, pero el servicio militar sigue siendo obligatorio, y su destino será Mallorca donde compagina sus deberes con la patria con el de redactor en el periódico Última hora. Para conseguir el derecho de pernocta, se casa con un amor argentino que conoció en Londres, Inés. 


 
Terminado el servicio y, tras rechazar una oferta del periódico, se marcha a Madrid con su primer contrato discográfico, grabando en la capital su primer trabajo Inventario (1978), donde el autor andaluz insistía, como era en rigor para la época, en la canción protesta contra el orden establecido, como se puede observar en la canción “Mi vecino de arriba”. Aunque años más tarde, Sabina explicaba que cada vez que paraba en una gasolinera, compraba todos los casetes para que nadie pudiera comprarlo ni oírlo. 
 
El panorama musical en España estaba cambiando, al igual que su moral, y de la canción triste y llorona (desde el respeto y con todo el amor a Silvio Rodríguez) de los cantautores, se pasó al Rock&Roll de los Burning o Tequila, y la tan celebérrima movida madrileña de los años ochenta, donde los dos únicos requisitos (válgame Dios) eran: ser un caradura y tener talento. Aquí es donde aparece La Mandrágora, bar madrileño (desaparecido) donde junto a Javier Krahe (amigo y gran tutor) y el histriónico Alberto Pérez, contribuyeron de una forma satírica e irónica a ese movimiento cultural en España de principios de los ochenta.
Entretanto, Sabina firma su segundo disco, Malas compañías, que puede considerarse su presentación artística y personal, donde Joaquín postula su carrera contra la tristeza a lomos de una yegua sombría. De este disco son “Calle melancolía” y “Pongamos que hablo de Madrid”, esta última, himno que posiblemente extrajo de la canción de su maestro Bob Dylan “Talkin´New York.
Tras su ruptura con La Mandrágora, decide montar su banda y emprender su camino en solitario, y sin separarse de su faceta poética (nunca lo hizo), decide electrificarse. De ahí nació su tercer LP (sin contar el que hizo con La Mandrágora), Ruleta rusa, que presenta en el Teatro Salamanca de Madrid, disco que inicialmente se llamaría Punto y seguido.
El mismo Sabina participó en la producción, donde hubo colaboraciones, entre otros, del compositor Luís Cobos. De este álbum es “Juana la loca”, una de las primeras canciones de cosecha nacional que versa las andanzas de un hombre hacia el camino del travestismo.
Ramillete de virtudes, su banda, pasó a ser Viceversa, y en 1984, en las fiestas de San Isidro (Madrid) ante 100.000 personas, comenzó su actuación con esta arenga: “San Isidro era un vago”. La respuesta rugió como un solo grito de guerra.
Ese mismo año formaría parte de una Mesa por el referéndum de la OTAN, junto a otros artistas como Alberti, Carlos Saura, Almodóvar o Ángela Molina.
En 1985 ve la luz Juez y parte, bajo el sello Arola, quien pujó por Joaquín de una forma decidida hasta conseguir arrebatárselo a CBS, compañía con la que trabajaba hasta entonces Sabina. Un disco algo criticado por sus alusiones a las drogas y a la delincuencia, como en el caso de “Princesa” y “Balada de tolito”, aunque no se puede olvidar su maestría literaria en “Joven aprendiz de teatro”.
Absorbido por su faceta creadora (incluida sus corredurías nocturnas), la separación con Lucía era inevitable, y así fue. Pero lejos de encerrarse en una habitación a oscuras, se implicó en actividades políticas tales como la firma de una carta abierta al señor Reagan, por entonces presidente de USA y de paso por España, y que era principal acreedor de la inclusión de España en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).


Un Sabina respetado, dio el gran salto y grabó un doble álbum en 1986 con su banda, llamado Joaquín Sabina y viceversa. Sold out. El concierto fue un éxito, excepto por el incidente que ocurrió con uno de los invitados, Javier Krahe, que lo elevó a la categoría de inolvidable, cuando apareció en escena con su pluma de indio en la cabeza y comenzó a cantar “Cuervo Ingenuo”, canción anti-OTAN, que TVE censuró y no emitió en la retransmisión posterior del concierto. Los hombres blancos con lenguas de serpiente dicen que Sabina pudo hacer algo más por “Cuervo Ingenuo”.
Entre conciertos y eventos literarios, publicó un libro de poesía llamado De lo contado y sus márgenes, ocurrió un hecho desgraciado que fue la muerte de su padre. El concierto en Gijón que daba el día del fallecimiento de su padre, no fue anulado.
En 1987 llega el sexto álbum del artista, titulado Hotel, dulce hotel, un disco más intimista y serio para recuperarse del éxito comercial del anterior, que lo llevó a tomarse un año sabático que dedica a colaborar con otros artistas, como es en el caso de La orquesta Mondragón (escribió Corazón de neón).
A finales de ese año, Sabina se convierte en empresario, gestionando la sala de conciertos Elígeme, referente de las actuaciones independientes madrileñas hasta mitad de los noventa, contando incluso con un pequeño disco sello discográfico, refugio de artistas como Javier Krahe, Manolo Tena o Javier Ruibal. 
 
Tras su regreso del exilio interior, grabó El hombre del traje gris, disco que toma su nombre de la película interpretada por Gregory Peck. Con este álbum, Sabina conquista Argentina, México y Venezuela, donde realiza una multitudinaria gira. Unos meses más tarde, en abril de 1989, muere su madre, y de esa forma se consuma una orfandad a la que siempre gustó llamar la atención del artista.
Mentiras piadosas (1990) fue acompañado del nacimiento de su primera hija, Carmela, fruto de su relación con Isabel Oliart. En ese mismo año, la discográfica CBS lanza al mercado, sin el consentimiento de Sabina, una segunda recopilación llamada Mucho Sabina. Dos años más tarde nace su segunda hija, Rocío, y se edita otro disco, Física y Química, título que surgió de una frase de Severo Ochoa, y que a Sabina sedujo desde un principio: “El hombre es todo Física y Química”. Este disco superó el millón de copias. De camino entre estos discos, Sabina se postulaba en contra de la excéntrica Ley Corcuera, y en las elecciones generales de ese mismo año (1992) deja claro su apoyo a Izquierda Unida.
En mayo de 1994 salió al mercado Esta boca es mía, un disco que deja entrever la faceta como literato de Sabina. Ese mismo verano actuó en la plaza de toros de Las Ventas, amenizando el comienzo del concierto un tal Pedro Guerra. También hubo ese año tiempo para actos solidarios, participando en el concierto que en navidades ofreció Ayuda en Acción en Madrid para recaudar fondos a favor de los países del tercer mundo.



En su primera semana en el mercado, Yo, mi, me, contigo (1996) consiguió vender 80.000 copias. Las giras se sucedieron de forma multitudinaria, y para ésta, se acompañó del grupo argentino Los Rodríguez, que ya no le acompañó un año más tarde cuando tuvo que lidiar con su nuevo disco Enemigos íntimos, composición que hizo junto al artista argentino Fito Páez, y que con el que no acabo del todo bien a causa de la poca inactividad que Sabina tuvo en la participación del videoclip con el que se presentaron al gran público, llegando a cortar de raíz tanto su relación profesional, así como toda la gira prevista para ese año. Ahí va un extracto de la carta que el ingenioso andaluz mandó al músico argentino: “…Urge cortar por lo sano / con la gira del verano / y el quilombo del vidéo. / El rol de patito feo, no me va, te lo aseguro, / y menos el de hombre duro / que a ti te cuesta tan poco. / Antes de volvernos locos / corrijamos el futuro.”
Tras su fracaso con Fito Páez, el artista andaluz se repuso (y de qué manera) con la consecución de 19 días y 500 noches (1999), disco que grabó en San Pedro de Alcántara (Málaga) y que en un principio se llamaría a mis cuarenta y diez. Tras su publicación, obtuvo una placa conmemorativa por los cuatro millones de discos vendidos desde que lo fichara BMG-Ariola, además de recibir varios premios en la cuarta edición de los Premios de la Música.
En el plano personal, conoció a la fotógrafa peruana Jimena Coronado (su pareja actual), pero era Isabel Oliart, la madre de sus dos hijas, quien a través de la sociedad Relatores, S.L., gestionaba como administradora única todos los asuntos financieros del cantante.
Para ambas, la madrugada del 24 de agosto de 2001 fue una noche inolvidable ya que Sabina sufrió un leve infarto cerebral, que aunque no pasó del susto inicial, sumió al artista en una profunda crisis. Acababa de terminar su gira Nos sobran los motivos. Recuperado, publica el libro con todas sus canciones “Con Buena Letra”, y el disco Dímelo en la calle, donde incluye “Como un Dolor de Muelas” tema escrito parcialmente junto al Subcomandante Marcos, líder del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional), movimiento alzado en 1994 en Chiapas (México).
Su actividad musical disminuye después de la publicación de un disco doble llamado Diario de un peatón, aunque su faceta poética aumenta y se intensifica, componiendo en 2003 el himno del centenario de su club de fútbol preferido, el Atlético de Madrid.
La gala de los Goya de 2005 también contaría, además del premio como mejor película para la inolvidable Mar Adentro, con Sabina y su canción para la banda sonora de Isi/Disi. Al año siguiente aparece un libro de entrevistas titulado “Sabina en Carne Viva, Yo También Sé Jugarme la Boca”, escrito por Javier Menéndez, quien ya escribió otro libro de entrevistas a Joaquín llamado “Perdonen la Tristeza”.
En octubre de dicho año recibe de manos del rey Juan Carlos I la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Un mes después, en noviembre, se publica una antología llamada Punto... y seguido, que, en formato de doble caja (18 CD y 2 DVD), incluye todos sus discos más colaboraciones, directos y rarezas.
En 2007 realiza una gira junto a su gran amigo Serrat, llamada “Dos Pájaros de un Tiro”, y un año más tarde, el director neerlandés Ramón Gieling dirige una película sobre Sabina titulada “19 Días y 500 Noches”.
En marzo de 2009, se le entrega por parte de Alberto Ruíz Gallardón, la Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid.

Esta no es la biografía póstuma de Joaquín Sabina.

JAVIER CARBALLO

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